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La evolución de la economía argentina a partir de la publicación de la base 2004 de las cuentas nacionales: reflexiones a partir de la consideración del doble carácter del producto social en perspectiva histórica [1]

The evolution of the Argentinian economy since the publication of the 2004 base year of the national accounts: reflections on the consideration of the double character of the social product in historical perspective

A evolução da economia argentina a partir da publicação da base 2004 das contas nacionais: reflexões a partir da consideração do caráter dual do produto social em perspectiva histórica

Damián Kennedy
CEPED-IIE (FCE-UBA). CONICET, Argentina
Laura Pacífico
CEPED-IIE (FCE-UBA). CONICET, Argentina
Matías Agustín Sánchez
CEPED-IIE (FCE-UBA), Argentina

La evolución de la economía argentina a partir de la publicación de la base 2004 de las cuentas nacionales: reflexiones a partir de la consideración del doble carácter del producto social en perspectiva histórica [1]

Cuadernos de Economía Crítica, vol. 4, núm. 8, pp. 43-69, 2018

Sociedad de Economía Crítica

Recepción: 09 Julio 2017

Aprobación: 19 Enero 2018

Resumen: El presente artículo pretende contribuir al debate en torno al desempeño de la economía argentina en el largo plazo. Para ello, analizaremos el devenir del producto social tanto respecto de su carácter de valor como respecto de su carácter de valor de uso. A su vez, presentaremos estimaciones de la participación asalariada y del ingreso laboral no asalariado en el producto, a los fines de indagar sobre la evolución de su apropiación a lo largo del período estudiado. A tales fines, previamente, proponemos detenernos en lo ocurrido durante la posconvertibilidad a partir de un análisis comparado de las distintas series oficiales de cuentas nacionales publicadas por el INDEC para los años posteriores al nuevo año base 2004, conjuntamente con una propuesta de empalme con los datos históricos.

Palabras clave: cuentas nacionales, PBI, evolución del valor, distribución funcional, ciclo económico.

Abstract: This article aims to contribute to the debate about the performance of the Argentinian economy in the long term. To do this, we will analyze the evolution of the social product in terms of its value character and its use-value character. At the same time, we will present an estimation of wage participation and non-wage labour income participation in the total product, in order to investigate how the appropriation of the generated wealth varied during the period under study. In order to do this, we will start by inquiring about what happened during the postconvertibility from a comparative analysis of the different national accounts official series published by INDEC for the years after the new base 2004, and a proposal to link the old data with the new one for historical comparison.

Keywords: national accounts, GDP, evolution of value, functional distribution, economic cycle.

Resumo: Este artigo tem como objetivo contribuir para o debate sobre o desempenho da economia da Argentina no longo prazo. Para isso, analisaremos a evolução do produto social em termos de seu caráter de valor e seu caráter de valor-de-uso. Ao mesmo tempo, apresentaremos as estimativas de participação da renda do trabalho assalariado e não assalariado no produto, a fim de investigar como variou a apropriação da riqueza gerada durante o período estudado. Para fazer isso, anteriormente, propomos estudar o que aconteceu durante a pós-convertibilidade a partir da análise comparativa das diferentes séries oficiais publicadas pelo INDEC com informações sobre as contas nacionais para os anos após a nova base 2004 e uma proposta de emenda de os dados velhos com os novos para comparação histórica.

Palavras-chave: contas nacionais, PIB, evolução do valor, distribuição funcional, ciclo econômico.

Introducción

Hasta el año 2012 las cuentas nacionales de la Argentina estuvieron elaboradas sobre la información correspondiente al año base 1993, aunque tales estimaciones comenzaron a estar fuertemente cuestionadas desde el año 2007, en el cual tuvo inicio la intervención del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Por su parte, en 2014, aún bajo la intervención del organismo, se publicó la información que considera al año 2004 como nuevo año base, reemplazando a las series anteriores a lo largo del lapso 2004-2014 (último año completo). Ahora bien, en el marco del cambio de gobierno y siempre en lo que respecta a las cuentas nacionales, la nueva gestión del INDEC comenzó, hacia fines de 2015, un proceso general de revisión de las estadísticas públicas que ha implicado la republicación (y posterior actualización) de las series con idéntico año base. Dicha publicación abarca las series del Producto Bruto Interno (PBI) y de la Oferta y Demanda Globales y Valor Agregado Bruto (VAB) [2], aunque no incluye -salvo para el año base- la estimación de la Cuenta Generación del Ingreso (CGI)

De esta forma, desde la publicación en junio de 2016 del nuevo año base de las cuentas nacionales se dispone de tres series oficiales diferentes para los años posteriores a 2004 (independientemente de que, en la actualidad, la información publicada en el período 2007-2015 no se considere estrictamente oficial): la base 1993 para el lapso 2004-2012, la base 2004 discontinuada para el período 2004-2014 y la base 2004 publicada por el INDEC normalizado para el lapso 2004-2016. Estas diferentes estimaciones constituyen un elemento importante (aunque, claro está, no exclusivo) para el debate aún vigente en torno al desempeño de la economía nacional bajo los gobiernos kirchneristas, debate al que más recientemente se incorpora la discusión acerca de su evolución en el marco del gobierno de la alianza Cambiemos.

En este contexto, el presente artículo se propone como objetivo fundamental contribuir a dicho debate a partir de la contextualización de la evolución del producto a precios constantes en la posconvertibilidad considerando, en primer lugar, la evolución del carácter de valor del producto social (como complemento de la evolución de su carácter de valor de uso, captada justamente por la medición a precios constantes) y, luego, la enmarcación de ambas medidas de la evolución del producto social en perspectiva histórica.

Sumado a ello, dada la relevancia que tienen las formas de apropiación del producto social[3], la consecución del objetivo fundamental nos conducirá a un breve análisis de su evolución de largo plazo. En este sentido, el presente artículo se propone como objetivo secundario presentar un ejercicio de estimación de la proporción del producto social apropiado por los asalariados en el marco de la nueva base de cuentas nacionales –de modo de actualizar la serie de Cuenta Generación del Ingreso correspondiente a la base 1993, discontinuada en el año 2007–, conjuntamente con una estimación del ingreso laboral no asalariado.

A tales fines, organizamos el presente artículo de la siguiente manera. En la primera sección nos enfocamos en la comparación de las series del producto a precios constantes existentes desde 2004, a los fines de evaluar las distintas tasas de crecimiento que cada una informa para el período iniciado luego del derrumbe de la convertibilidad. En la segunda sección, sobre la base de una sintética presentación del doble carácter del producto social anual de un país (valor de uso y valor), analizamos en el mismo período la evolución del carácter de valor del producto social para las series estadísticas relevantes. En la tercera sección, por su parte, modificamos el foco de análisis para retomar los principales cambios o tendencias identificados desde el punto de vista de la evolución histórica de la riqueza social producida anualmente en el ámbito nacional en sus dos aspectos, así como de su apropiación, lo cual, consideramos, nos permitirá obtener conclusiones relevantes más allá de los debates más inmediatos, que exponemos en la última sección[4].

1. La evolución del PBI a precios constantes: comparación de las bases 1993 y 2004 de las cuentas nacionales en la Argentina

Para las cuentas nacionales de gran parte de los países, la evolución del producto social anual se cuantifica mediante el producto a precios constantes, esto es, la cuantificación de la masa de valores de uso producidos (estimada) mediante una estructura de precios relativos (promedio) fijada en un año particular (año base)[5]. En este sentido, tal como es de esperar en la comparación de todo cambio de base de las cuentas nacionales, se observarán divergencias en los resultados de la evolución del producto a precios constantes (para aquellos años en los que se superponen las series, claro está), en tanto las estimaciones en cuestión estarán basadas en diferentes estructuras de ponderaciones debido a la modificación de los precios relativos, a lo que se suman los cambios introducidos en la estimación de las propias cantidades: nuevos métodos de estimación, fuentes de información, nuevos productos relevados, etc.

A los fines de establecer tal comparación en el contexto del último cambio de base de las cuentas nacionales en la Argentina, como se reseñó en la Introducción, se dispone de tres estimaciones oficiales en la posconvertibilidad: la correspondiente a la base 1993, la base 2004 discontinuada y la base 2004. Ahora bien, cabe advertir que la poca confiabilidad de los datos oficiales publicados entre 2007 y 2015 en el marco de la intervención del INDEC invalida en gran medida las comparaciones posibles entre las series oficiales publicadas en dicho lapso y la vigente actualmente, toda vez que no ha habido una publicación oficial al respecto. En este sentido, se cuenta con la estimación alternativa realizada por ARKLEMS, con precios de 1993, y que pretende replicar la metodología de la serie oficial (Coremberg, 2013), cuya utilidad a los fines del presente trabajo es que permite establecer una comparación alternativa con la nueva estimación oficial luego de 2006.

Tomando como referencia la estimación actual, en la mayor parte de los años posteriores a 2004 se identifica menor crecimiento (o mayor decrecimiento) respecto de la estimación con base en 1993 (considerando la estimación oficial para 2004-2006 y a partir de allí, hasta 2013, la estimación de ARKLEMS), similar a lo que ocurre si la comparación se realiza contra la base 2004 discontinuada (gráfico 1). No obstante, hasta 2007 las tasas de crecimiento son relativamente similares para todas las series y desde 2008 la comparación presenta, en líneas generales, marcadas diferencias, siendo que el crecimiento resulta mayor para las estimaciones con base 1993 y 2004 discontinuada[6].

PBI
a precios de mercado constantes. Bases 1993 y 2004.
Gráfico 1
PBI a precios de mercado constantes. Bases 1993 y 2004.

Tasas de crecimiento interanuales 2005-2016. En porcentaje.

Fuente: elaboración propia en base a INDEC-DNCN (base 1993, 2004 disconcinuada y 2004) y ARKLEMS.

Respecto al crecimiento económico acumulado a lo largo del período en cuestión, resultan de interés realizar dos comparaciones entre las series en términos de evolución del PBI a precios constantes.

En primer lugar, el año 2012 es el último para el cual se cuenta con información de las tres series oficiales. Como se observa en el gráfico 2, la serie correspondiente a la base 1993 (cabe recordar, la única oficial disponible a 2013) indicaba un crecimiento del 68% del PBI desde 2004 (el cual es del 50% para la serie de ARKLEMS), nivel que el propio INDEC desechó hacia 2014 con la publicación de la base 2004 discontinuada, la cual indica un crecimiento del 58%. Finalmente, la republicación de la base 2004 en el marco de la nueva gestión del INDEC indica un crecimiento desde 2004 hasta 2012 del orden del 45%. Tal como se desprende del análisis de las tasas de crecimiento, las diferencias acumuladas entre las estimaciones surgen prácticamente en su totalidad luego de 2007.

La segunda comparación importante es la de ambas series correspondientes a la base 2004, hasta el año 2014 (último dato disponible para la base 2004 discontinuada). Como se observa en el mismo gráfico 2, la serie originalmente publicada en el marco de la base 2004 discontinuada indicaba un crecimiento del 63% respecto de 2004; mientras que la base 2004 indica un crecimiento del 45% en relación a dicho año, mismo nivel al evidenciado en 2012 (45%), al que retorna también en 2016.

 PBI
a precios de mercado constantes. Bases 1993 y 2004. Evolución 2004-2016. 2004=100
Gráfico 2.
PBI a precios de mercado constantes. Bases 1993 y 2004. Evolución 2004-2016. 2004=100
Fuente: ídem gráfico 1.

En resumidas cuentas, a los fines del presente texto, interesa destacar que, por un lado, hasta 2014 la revisión de las cuentas nacionales indican un crecimiento acumulado desde 2004 que resulta 18 puntos porcentuales menor a lo informado previamente por el INDEC (o, en otros términos, una tasa de crecimiento interanual del 3,8% versus el 5% previo) y, por el otro, el PBI a precios constantes arrastra cinco años de estancamiento (en donde las expansiones de 2013 y 2015 son totalmente revertidas por las recesiones de 2014 y 2016).

2. En torno al carácter de valor del producto social

2.1. Fundamentos económicos y cuentas nacionales: una propuesta de medición de la evolución del valor[7]

En la sección precedente hemos analizado el devenir general de la economía nacional tomando en consideración la evolución del producto a precios constantes, el cual constituye el indicador sintético mayormente utilizado como punto de partida y marco general habitual del análisis de la evolución del proceso de acumulación de capital de cualquier país. En tanto que tal indicador se concentra en la variación de las cantidades de bienes y servicios producidos, con el mismo se capta unilateralmente la evolución del carácter de valor de uso del producto social de un país. Ahora bien, en el capitalismo, el trabajo total de la sociedad tiene la forma de trabajos privados e independientes entre sus fragmentos individuales, de modo que la unidad del trabajo social no se establece directamente entre los productores, sino a través del carácter de valor de los productos del trabajo, cuya forma concreta y necesaria de expresión es el valor de cambio.

Así, cada fragmento privado de trabajo social, para reproducir su capacidad de trabajo de manera normal, no debe simplemente producir valores de uso, ni simplemente hacerlo en el tiempo de trabajo socialmente necesario, sino que aquellos –los productores privados– deben encontrar una demanda social solvente; en otros términos, debe producir valor. Siendo que el capitalismo es un proceso de contenido mundial (a diferencia de los modos de producción previos) (Marx, 2005), que se realiza (justamente como una modalidad concreta del carácter privado del trabajo) bajo la forma de un conjunto de naciones que se interrelacionan como fragmentos del trabajo total de la sociedad, nuestro interés está específicamente puesto en la evolución y nivel de la masa de valor anual que produce un país (en nuestro caso, la Argentina), en tanto indicador complementario al producto a precios constantes.

Esta cuestión nos conduce a la problemática del tipo de cambio. Por su propio contenido, el mismo constituye antes que nada la relación entre dos signos de valor nacionales en su capacidad de representar valor[8]. En este contexto, y considerando al dólar estadounidense como el signo de valor nacional de reconocimiento mundial inmediato, surge la pregunta respecto de los determinantes de la evolución de la capacidad de representar valor de la moneda nacional en relación al dólar.

En este sentido, por un lado, el peso argentino pierde capacidad de representar valor en la proporción en la que la evolución de su productividad se aleja de la de Estados Unidos, en tanto el trabajo desplegado en Argentina, en promedio, no se está realizando en las condiciones medias (o, alternativamente, se realiza aún más alejado de ellas). Lo mismo ocurre en la medida en que el peso pierda poder adquisitivo de una canasta de valores de uso de composición constante a mayor velocidad que el dólar. De esta forma, la evolución de la productividad relativa y de los precios relativos entre ambos países constituyen las dos afectaciones a realizarle al tipo de cambio nominal base (esto es, el que se correspondería con el nivel de paridad de representar valor de cada una de las moneda), de modo de obtener por resultado el tipo de cambio nominal que en cada momento se correspondería con dicho nivel. En la siguiente expresión identificamos al primero como TCNb y al segundo TCNi (valor), donde el subíndice i indica el correspondiente año:

Así, la relación entre el TCN (valor) y el TCN efectivo en cada momento del tiempo indicaría el grado de sobre o subvaluación de la moneda en cuestión. A partir de aquí correspondería, ahora sí, indagar sobre en qué momento del tiempo (año o conjunto de años) el tipo de cambio efectivo refleja la paridad en la capacidad de representar valor de ambas monedas, de modo de “convertirlo” en el TCNb de la expresión previa. Sin embargo, a los fines del presente artículo alcanza con considerar de la expresión previa exclusivamente la evolución de los determinantes en cuestión (esto es, independientemente del tipo de cambio base), en tanto nos interesa aquí fundamentalmente dar cuenta de la evolución del carácter de valor del producto social argentino, más allá de (en principio) su magnitud en dólares.

En función del desarrollo anterior, correspondería dividir al producto a precios corrientes de cada año por el TCNi (valor), cuyo resultado en el tiempo nos indica la evolución del producto social argentino en dólares corrientes. Ahora bien, en rigor el dólar también pierde “en sí mismo” capacidad de representar valor, en función de la evolución de su poder adquisitivo interno. En el marco de la problemática del tipo de cambio, en donde lo que interesa estrictamente es la relación entre las monedas, este hecho carece de relevancia, en tanto dicha pérdida afecta en igual proporción a una y otra moneda. No ocurre lo mismo a los fines de constituir el indicador complementario al producto a precios constantes, de modo que corresponde dividir a la expresión anterior por la evolución del indicador de la capacidad de poder adquisitivo del dólar lo que, en definitiva, implica afectar al producto a precios corrientes nacional por la evolución del poder adquisitivo del peso argentino y la relación entre la evolución de la productividad en cada país.

2.2. La evolución reciente del carácter de valor del producto social argentino

Para la aplicación concreta del indicador propuesto, antes que nada debemos destacar que –a pesar del desarrollo general propuesto– en este artículo restringimos la problemática a la evolución del poder adquisitivo relativo de las monedas en cuestión, lo que se explica fundamentalmente por el hecho de no considerar aún resuelta la problemática respecto de qué productividad (total, de mercancías transables, de la rama industrial, etc.) considerar para el cómputo[9]. Así, el indicador complementario al producto a precios constantes es en rigor el producto en moneda (pesos) de poder adquisitivo constante (y no en moneda con capacidad de representar valor constante), más allá que a lo largo del texto continuaremos refiriéndolo como “valor”. Utilizamos a tales fines el Índice de Precios al Consumidor (IPC), en tanto existe un acuerdo generalizado de que es el más apropiado a tales fines (Carrera, Féliz y Panigo, 1998; Nogués, 1982). Finalmente, por las razones ya esgrimidas descartamos para el presente análisis la serie correspondiente a la base 1993 a partir de 2004, a la par que desde aquél año corresponde su reemplazo por la base 2004.

Como se observa en el gráfico 3, así como la base 2004 discontinuada mostraba un crecimiento del PBI a precios constantes entre 2002 y 2014 de entre 93% y 99% (según se realice el empalme siguiendo el método de tasa de variación o deflación, respectivamente), versus el 72% a 74% que arroja la serie de la base 2004, la serie actual indica en términos de valor que el crecimiento fue del orden del 72,6%, mientras que en la serie discontinuada el mismo fue del 53%. En resumidas cuentas, según la base 2004 el proceso de la posconvertibilidad fue en términos de evolución de la producción de valores de uso menos auspicioso que lo que se sostenía con la serie discontinuada, a la vez que resultó marcadamente más favorable en términos de evolución en la producción de valor.

Gráfico 3.
PBI a precios de mercado constantes (empalme por tasa de variación y deflación) y en pesos de poder adquisitivo constante. Base 2004 Discontinuada y Base 2004. Evolución 2002-2016. 2002=100.
PBI
a precios de mercado constantes (empalme por tasa de variación y deflación) y
en pesos de poder adquisitivo constante. Base 2004 Discontinuada y Base 2004.
Evolución 2002-2016. 2002=100.
Fuente: elaboración propia en base a INDEC-DNCN (base 1993, 2004 discontinuada y 2004), INDEC-IPC y CIFRA. Nota metodológica: el producto a precios corrientes se empalmó por el “método de interpolación lineal con reparto geométrico de las diferencias entre los años base” (Kidyba y Vega, 2015). Para el empalme del producto a precios constantes se consideró, en primer lugar, el método tradicional de “tasa de variación”, el cual constituye la estimación “de mínima” de la evolución de las cantidades, dado que la totalidad de la diferencia a precios corrientes resulta absorbida por el Índice de Precios Implícitos (IPI). Por esa razón, complementariamente, se obtuvo el PBI a precios constantes a partir de deflactar el producto a precios coririentes por la serie empalmada del IPI, obtenida por tasa de variación, que constituye por tanto la estimación “de máxima” de la evolución del producto a precios constantes.

Con lo anterior no intentamos afirmar que existan “dos realidades” en función de la gestión del INDEC, pero sí este resultado sirve de base para someter a discusión el planteo difundido a mediados del año 2016 (justamente a raíz de la publicación de la revisión de la base 2004) según el cual, sobre la base de los cómputos de ARKLEMS, sin el maquillaje kirchnerista queda en evidencia que los argentinos somos más pobres que en 1998[10]. Con la información aquí presentada podemos cotejar la afirmación tanto en términos de valores de uso (precios constantes) como de valor (en pesos de poder adquisitivo constante). En el gráfico 4 presentamos la evolución de ambas variables en términos per cápita, considerando exclusivamente las únicas series actualmente oficiales.

PBI
a precios de mercado per cápita a precios constantes (empalme por tasa
de variación y deflación) y en pesos de poder adquisitivo constante. Base 2004.
Evolución 1993-2016. 1993=100.
Gráfico 4.
PBI a precios de mercado per cápita a precios constantes (empalme por tasa de variación y deflación) y en pesos de poder adquisitivo constante. Base 2004. Evolución 1993-2016. 1993=100.
Fuente: ídem Gráfico 3 e INDEC-Proyecciones de Población.

Como queda claramente de manifiesto, la afirmación en cuestión no encuentra el más mínimo sustento en las estadísticas del INDEC. En términos de PBI a precios constantes, no es mucho lo que puede agregarse al gráfico. Ahora bien, la afirmación en cuestión se encuentra basada en las estimaciones del producto argentino en dólares considerando la evolución del tipo de cambio real, aunque con una “pequeña” trampa que, no casualmente, se constituye en el fundamento más importante de la afirmación: se compara el PBI de 1998 a precios corrientes (base 1993) convertido a dólares según el tipo de cambio nominal ($1 = U$1) con el PBI de los años más recientes convertido a dólares según el tipo de cambio real, de modo que se descuenta la sobrevaluación que tendría el peso nacional hacia finales del gobierno kirchnerista para obtener un resultado que se compara con un peso nacional de similar grado de sobrevaluación (independientemente de cuál sea el nivel absoluto de la sobrevaluación), pero sin descontarle la misma. En contraposición, en el gráfico 4 puede observarse que, afectado el producto social per cápita por la evolución del poder adquisitivo de la moneda nacional a lo largo de toda la serie, los argentinos somos actualmente un 25% más ricos que en 1998.

De esta forma, a partir de lo anterior pueden extraerse dos conclusiones de importancia. Por un lado, que el período de la posconvertibilidad se trata de un período de importante crecimiento tanto en términos de valores de uso como de valor, particularmente en relación con el período de vigencia de la convertibilidad (no solo considerándolo de modo completo, esto es, hasta 2002, sino también en relación a su “pico” de 1998). Por el otro, que dicho proceso se encuentra estancado desde 2011, donde los años de expansiones son seguidos por otros de recesiones. Corresponde ahora ubicar este proceso en una perspectiva de largo plazo.

3. La evolución del producto social argentino en el largo plazo como expresión de algunos determinantes generales de su ciclo económico y su impacto en la apropiación del valor

Al enfocar el devenir del proceso de acumulación de capital nacional desde una perspectiva de largo plazo a partir de la evolución del doble carácter del producto social[11], y haciendo abstracción de sus particulares vaivenes de corto plazo, a partir de la información expresada en el gráfico 5 creemos que pueden identificarse cinco etapas relevantes: la etapa de la denominada “Industrialización por Sustitución de Importaciones” (ISI), donde se observa una expansión tanto del carácter de valor de uso como de valor del producto social; desde la irrupción de la dictadura militar hasta el inicio de la convertibilidad, donde ambas caras del producto social evidencian quince años de estancamiento; los años de la convertibilidad, a lo largo de los cuales el carácter de valor de uso del producto social evidencia una tendencia creciente (aun considerando la violenta finalización de dicho período, que consumió buena parte de la expansión) mientras que el carácter de valor evidenció un nivel aún menor al de la etapa anterior; el lapso 2002-2011, donde ambas facetas del producto social presentan un notable crecimiento y, finalmente, el último lustro, donde el producto social se encuentra esencialmente estancado.

En este contexto, consideramos que a partir de la mirada de largo plazo se destacan dos cuestiones de importancia respecto de la evolución reciente del producto social presentada en los dos apartados previos. Por un lado, que el crecimiento desde la salida de la convertibilidad hasta 2011 es, junto con el del lapso 1968-1975, el más importante de toda la serie. Por el otro, que el estancamiento de los últimos cinco años no se presenta como algo novedoso, trayendo consigo la pregunta acerca del movimiento del proceso de acumulación de capital argentino y sus posibles expresiones concretas. Para avanzar sobre estas cuestiones resulta imprescindible detenerse, del modo más sintético posible, en los determinantes generales del ciclo económico nacional[12].

Gráfico 5.
PBI a precios de mercado a precios constantes (empalme por deflación) y en pesos de poder adquisitivo constante. Base 2004. Evolución 1935-2016. 1935=100.
PBI
a precios de mercado a precios constantes (empalme por deflación) y en pesos de
poder adquisitivo constante. Base 2004. Evolución 1935-2016. 1935=100.
Fuente: elaboración propia según bases de Cuentas Nacionales: 1950 (SAE, 1955); 1960 (BCRA, 1975); 1970 (CEPAL, 1988); 1986 (BCRA, 1993), 1993 y 2004 (INDEC-DNCN) e INDEC-IPC y CIFRA. Nota: ver la nota metodológica al gráfico 3 para métodos de empalme.

Como es ampliamente reconocido, desde la ISI la estructura productiva argentina se caracteriza de manera general por la producción de mercancías de origen agrario para el mercado mundial y la producción de mercancías industriales en escala restringida para el mercado interno, lo cual se refleja en la unánimemente reconocida menor productividad de la economía nacional (Cimilo et al., 1973; Diamand, 1972; Gerchunoff y Llach, 2003; Iñigo Carrera, 2007b; Graña, 2013). De modo simplificado, es posible distinguir en dicha estructura dos tipos de capitales. Por un lado, los “capitales medios fragmentados”, esto es, aquellos que logran reproducirse en el tiempo de un modo relativamente normal, conjunto compuesto por capitales individuales que operan en otros países con las condiciones necesarias para vender en el mercado mundial y localizan en la Argentina fragmentos de sí mismos para producir en escala restringida, a los que se suman capitales nacionales de tamaño equivalente. Por el otro, el heterogéneo conjunto de las denominadas “pequeñas y medianas empresas” (PyMES), las cuales en el devenir histórico presentan momentos de particular auge y, seguidamente, profundas contracciones.

Ahora bien, en cualquiera de los casos, la menor productividad del trabajo implica mayores costos de producción, de modo que se trata de capitales que, tarde o temprano, debieran sucumbir en la competencia. En este sentido, tanto la valorización relativamente normal de los “capitales medios fragmentados”, así como los ciclos de auge de las PyMES, traen consigo la pregunta respecto a la existencia de fuentes extraordinarias de plusvalía que actúen como compensación del rezago productivo[13].

De modo general, dada la existencia en nuestro país de tierras en las cuales el trabajo tiene una productividad marcadamente mayor en relación a las tierras necesarias para satisfacer la necesidad mundial por mercancías agrarias, cuando se venden mercancías de origen agrario al mercado mundial fluye, portada en el precio de mercado de tales mercancías, una determinada masa de renta de la tierra que, a través de distintos mecanismos, se trasfiere a los referidos capitales industriales[14]. A la vez, siendo que la valorización de los pequeños capitales se encuentra genéricamente regida por la tasa de interés (Iñigo Carrera, 2007b; Starosta, 2010), siempre que los mismos produzcan plusvalía más allá de su precio de costo más dicha tasa los capitales medios fragmentados encuentran la posibilidad de apropiarles plusvalía en la circulación (parte de la cual es renta de la tierra), lo que se constituye en un mecanismo adicional de fuente de compensación para estos últimos.

Sobre la base de lo anterior, es posible afirmar que el ciclo de la acumulación de capital en nuestro país tiene como una primera determinación general la magnitud y evolución de la renta de la tierra. En este sentido, desde nuestro punto de vista la evolución positiva del producto social bajo la ISI constituye una expresión de dicho papel general jugado por la renta de la tierra, primero como sustento de la proliferación de los pequeños capitales nacionales y, luego, de la radicación de los capitales medios fragmentados, en donde juega un papel crucial la liberación de plusvalía de los capitales gestados previamente (en el sentido antes comentado)[15].

Ahora bien, al no participar del avance en el desarrollo de las fuerzas productivas que toma forma a nivel mundial en la Nueva División Internacional del Trabajo consolidada hacia mediados de los años setenta, se incrementa aún más la brecha de productividad de la economía nacional respecto de las condiciones sociales medias de producción (Cimoli et al., 2005; Graña, 2013). Si a ello le sumamos la creciente participación en el mercado mundial de mercancías producidas con bajos salarios, resulta que la necesidad de compensación del rezago de la economía nacional no sólo persiste sino que resulta redoblada. Y esto ocurre en un contexto en el cual en general la renta de la tierra muestra, hasta mediados de la primera década del siglo actual, un nivel estable. Como consecuencia de ello, la escala de la acumulación nacional tiende a estancarse; en efecto, como observamos previamente en el gráfico 5, en términos de valor recién hacia 2006 el producto social supera claramente su nivel de mediados de la década del setenta.

Este estancamiento general de la acumulación de capital en nuestro país tuvo por forma concreta dos movimientos contrapuestos. Por un lado, la relativamente normal continuidad de la acumulación de capital de los capitales medios fragmentados, gracias al rol de fuente adicional de plusvalía extraordinaria (adicional a la renta de la tierra) que jugó el incremento del endeudamiento externo absolutamente disociado de la capacidad inmediata de la economía nacional de generar la plusvalía necesaria para su repago. Específicamente bajo la convertibilidad, los capitales medios fragmentados contaron con el acceso a un dólar profunda y sostenidamente abaratado para las importaciones de insumos, de medios de producción (expresión concreta de la denominada “reconversión productiva” ocurrida en esos años), la remisión de utilidades y la fuga de capitales en general, sostenido con la multiplicación de la deuda externa (dado que en sí mismo el sector privado realizó un aporte negativo a la formación de reservas) (Basualdo et al., 2015; Damill, 2000; Müller, 2016). Particularmente como resultado de la marcada sobrevaluación de la moneda nacional[16], la contracara de este proceso fue la destrucción de buena parte del entramado de las denominadas PyMES y la consecuente concentración y centralización del capital (Basualdo, 2000; Kulfas y Schorr, 2000).

A la vez, este estancamiento específico del producto social tuvo como consecuencia inmediata la reducción de la demanda de fuerza de trabajo, que se expresó primero en una expansión del empleo en el sector informal y, ya en la segunda mitad de los ochenta, en una multiplicación lisa y llana del desempleo y el subempleo, que alcanzó en los años de la convertibilidad niveles inéditos. Este marcado excedente de fuerza de trabajo respecto de las necesidades de la acumulación nos lleva, siempre en el ámbito de las cuentas nacionales (tal el límite del presente artículo), a considerar la evolución de la denominada distribución funcional del ingreso, para lo cual consideraremos tanto la masa salarial (incluyendo los aportes y contribuciones a la seguridad social) como la masa de ingresos laborales de los no asalariados[17].

En este sentido, como se pone en evidencia en el gráfico 6, y nuevamente haciendo abstracción de los particulares vaivenes que la participación asalariada en el ingreso muestra en el tiempo[18], con el violento retroceso evidenciado en el momento de irrupción de la dictadura militar en 1976, se inaugura una etapa en donde la porción del producto social que es apropiada por los trabajadores se ubica un “escalón” abajo que lo evidenciado bajo la ISI. En otros términos, el estancamiento del producto social en términos de valor no afectó, de modo general, a la plusvalía[19], sino que recayó sobre las espaldas de los trabajadores. Tras este retroceso de la participación asalariada se encuentra un profundo deterioro del salario real, que se constituyó por tanto en una segunda fuente adicional para la valorización de los capitales que producen internamente (Iñigo Carrera, 2007b; Cazón, Kennedy y Lastra, 2016).

Gráfico 6.
Participación del ingreso laboral y de la masa salarial en el PBI a precios de mercado (en porcentajes, eje izquierdo) y salario real promedio (evolución 1970=100, eje derecho). 1935-2016. Estimación preliminar.
Participación
del ingreso laboral y de la masa salarial en el PBI a precios de mercado (en
porcentajes, eje izquierdo) y salario real promedio (evolución 1970=100, eje
derecho). 1935-2016. Estimación preliminar.
Fuente: elaboración propia en base a BCRA (1975), Ferreres (2005), INDEC (CGI 1993, EPH, Registros laborales y Proyecciones poblacionales), Kidyba y Vega (2015), Llach y Sánchez (1984), MECON-SIPA, MTEySS-OEDE y SAE (1955). Nota metodológica: para el período 1935-1992 la serie de participación asalariada surge de respetar los porcentajes históricos, considerando para el período 1950-1992 la serie publicada por Kidyba y Vega (2015) y la base 1950 de cuentas nacionales en el lapso 1935-1949, empalmadas por el método de interpolación. A esta se la considera una estimación “de máxima”, ya que se supone que la masa salarial se modifica a la par del producto al incorporar las diferencias entre años base. Para el período 1993-2007, se consideró como válida la masa salarial correspondiente a la CGI 1993, serie que se empalmó hacia adelante a partir de la estimación de una serie propia (debido a que en el marco de la base 2004 no se ha producido, al momento de escribir este artículo, una nueva estimación de la CGI), que pretende respetar lo más fielmente posible las fuentes de información utilizadas en la estimación oficial para los sectores privado registrado, público y privado no registrado. Por su parte, la masa de ingresos laborales no asalariado fue construida a partir de los empalmes del total de ocupados no asalariados y de los ingresos laborales asignados a tales trabajadores, considerando el ingreso promedio de los trabajadores por cuenta propia.

El papel jugado por el endeudamiento bajo la convertibilidad quedó claramente de manifiesto cuando, al bloquearse la capacidad de continuar su incremento, emergió la necesidad de una violenta devaluación que marcó el fin de la convertibilidad y, a la vez, un notorio retroceso de la porción del producto social apropiada por los trabajadores, que implicó un incrementó en su función de fuente extraordinaria de plusvalía. Tal es la base sobre la que, consideramos, se asentó el ciclo económico positivo del lapso 2003-2007/2008, momentos en los cuales la participación asalariada en el ingreso recupera su nivel previo al estallido de la convertibilidad. Ahora bien, la participación asalariada continuó, tal como se observa en el gráfico 6, su tendencia creciente, a la vez que el endeudamiento externo no jugó el rol de la década previa. De esta forma, creemos que es posible afirmar que la base material que le dio sustento a la continuidad del crecimiento del producto social fue el renovado flujo de renta de la tierra, expandida fuertemente en 2008 (y que dio lugar a la denominada “crisis del campo”).

En este contexto, hacia 2011 comenzó a evidenciarse en el Balance de Pagos el reflejo del límite entre la necesidad de la renta de la tierra como fuente de compensación y la disponibilidad de la misma (esto es, la denominada “restricción externa”), más aun considerando el estancamiento (y finalmente retroceso) de los precios de las commodities en los años más recientes. Más específicamente, desde entonces se registra una variación de Reservas Internacionales negativa, situación centralmente explicada primeramente por el crecimiento del signo negativo de Rentas de Inversión y, luego, por el achicamiento paulatino del superávit comercial, aún en un contexto de un creciente conjunto de instrumentos de política económica destinados a regular la utilización de divisas[20].

Desde nuestro punto de vista, es justamente como expresión de aquello que desde 2012 el producto social tanto en su carácter material como en su carácter de valor, entró en un proceso de estancamiento (con oscilaciones), lo cual estaría poniendo de manifiesto que la economía nacional se encuentra chocando contra su límite específico, contexto en el cual, no casualmente, la participación asalariada en el ingreso (y, con ella, el salario real) también comenzaron un proceso de estancamiento que, previendo lo que mostrará la información de 2017, se transformará en un retroceso liso y llano (gráfico 6), de modo que solo circunstancialmente logró alcanzar niveles similares a los vigentes en los años previos a la dictadura militar.

Consideraciones finales

La reciente publicación de las series revisadas de las cuentas nacionales argentinas con base en el año 2004 ha vuelto a poner en debate el alcance del ciclo de crecimiento económico luego del estallido de la convertibilidad. En este sentido, las mismas evidencian una evolución del PBI a precios constantes menor a la que informaban tanto la base 1993 como la base 2004 (ambas publicadas bajo la anterior gestión del INDEC), así como también un estancamiento a lo largo del último lustro. Sin perjuicio de ello, no resulta menos cierto que el crecimiento del producto social (tanto en términos de valores de uso como de valor) a lo largo de la posconvertibilidad resulta, hasta 2012, uno de los más importantes en la evolución histórica de la economía argentina, a la par que evidencia niveles claramente superiores a los vigentes en el máximo de la década del noventa, incluso considerando la medición en términos per cápita.

Ahora bien, desde un punto de vista de largo plazo, a lo largo del texto hemos puesto en evidencia que la escala de la economía nacional, en términos de valor, recién hacia 2007/2008 ha logrado superar claramente los valores alcanzados a comienzos de los años setenta, luego de un largo proceso de estancamiento y retroceso, que conllevó la aparición de dos fuentes de compensación del rezago productivo adicionales a la renta de la tierra: el endeudamiento público externo y el retroceso de los trabajadores en la apropiación del producto social. La continuidad del ciclo de crecimiento hasta 2012 tuvo por sustento material general el renovado protagonismo de la renta de la tierra, a la par que el estancamiento del último lustro estaría poniendo de manifiesto el agotamiento (relativo) de la misma como fuente general de compensación del rezago productivo de la economía nacional. En otros términos, los limitantes a la expansión del proceso de acumulación nacional han quedado en evidencia (crecientemente) en los últimos años.

En tal contexto, han vuelto a cobrar relevancia las dos fuentes adicionales de compensación, con particular fuerza a partir del cambio de gobierno. Por un lado, la búsqueda de endeudamiento externo quedó primeramente bloqueada a partir del conflicto con los “fondos buitres”, el cual una vez resuelto dio lugar a una marcada expansión del endeudamiento en los años 2016 y lo que va de 2017. Por el otro, la participación asalariada en el ingreso y el salario real han cesado su proceso de crecimiento (iniciado en 2002, uno de los “pozos” históricos) en momentos donde presentaban un nivel equiparable al de comienzo de los años setenta, evidenciando en 2014 y 2016 (y, seguramente, 2017) un retroceso.

Así, a excepción de un cambio brusco en las condiciones del mercado mundial que impliquen un renovado flujo de renta de la tierra, el actual estancamiento del producto social pone en evidencia que las perspectivas para la clase trabajadora no son las más auspiciosas. Más específicamente, la mejora en las condiciones de reproducción pareciera significar solo un “pico” dentro del mencionado deterioro estructural más que una recuperación estructural. En este sentido, creemos que es fundamental poner de relieve que dicho retroceso tendrá la forma de una profundización en la diferenciación y heterogeneidad de la fuerza de trabajo (la cual se pone claramente de manifiesto en diversas políticas o discursos concretos del actual gobierno), que muy probablemente empuje a una porción de la población a engrosar las filas de aquellos que se reproducen en las condiciones más miserables. Y ello sin considerar la fuerte posibilidad de que estemos frente al comienzo de un nuevo proceso de multiplicación de la deuda externa como forma de sostener el proceso de sobrevaluación cambiaria, con destino a una nueva crisis bajo la forma de la crisis del endeudamiento externo, con las nefastas condiciones que ello implica para los trabajadores.

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Notas

[1] Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto UBACyT 20020150200133BA – Categoría Modalidad II – Programación 2016, bajo la dirección de Damián Kennedy.
[2] Esto es, en el marco de las cuentas nacionales, la estimación del producto de la economía desde el punto de vista de sus facetas de la Demanda Final y el Valor Agregado.
[3] Habitualmente se lo identifica como distribución funcional del ingreso, faceta del producto social que vincula directamente el devenir general del proceso de acumulación con las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo (Lindenboim, Graña y Kennedy, 2010)
[4] Por razones de espacio no incluimos en el texto el correspondiente Anexo Metodológico, limitándonos a realizar las menciones fundamentales como nota a cada gráfico. En este sentido, el referido anexo puede ser solicitado a los autores a los mails indicados.
[5] Una discusión detallada sobre los fundamentos conceptuales de tal procedimiento puede encontrarse en Kennedy (2012). A la vez, para un análisis detallado de la composición y problemas vinculados con las ponderaciones en la medición a precios constantes, ver Kennedy y Sánchez (2016).
[6] En particular, se destaca lo ocurrido en el año 2009, cuando la estimación de ARKLEMS muestra una caída del PBI del 3,4% (crecimiento del 0,9% para la base 1993) y la nueva estimación presenta una significativa caída en el nivel anual del indicador del 5.9%. Al respecto, por razones de espacio, un análisis detallado de las diferencias en las tasas de crecimiento anuales se presentará en un documento específico. Sin embargo, como primera aproximación es posible sostener que las menores tasas de crecimiento para la nueva base se explican, al menos parcialmente, por el menor crecimiento relativo de los sectores productores de bienes “transables” en cualquiera de las estimaciones, conjuntamente la mayor ponderación que poseen en la base 2004.
[7] El presente apartado constituye una versión extremadamente acotada de lo planteado extensamente por Kennedy (2012), y más sintéticamente, por Kennedy (2016). Ambos trabajos encuentran su base en los desarrollos generales de Marx (1995) e Iñigo Carrera (2007a; 2007b).
[8] Al tipo de cambio le caben las mismas consideraciones del precio respecto a la posibilidad de una incongruencia cuantitativa del contenido de valor y su expresión cuantitativa. Justamente por ello, al sostener que es el precio de un signo de valor nacional en términos de otro signo de valor nacional, donde la relación está dada por la capacidad de representar valor entre ambos, no se está afirmando que el tipo de cambio “está siempre” en ese valor, o “tiende” inexorablemente al mismo. Ahora bien, la incongruencia por arriba o por debajo de su determinación cuantitativa de contenido implica que se le está dando a parte del valor encerrado en las mercancías que circulan al interior de un ámbito nacional un curso particular o, en otras palabras, el tipo de cambio actúa como un vehículo de apropiación de la riqueza social. De allí que corresponda la pregunta respecto del origen y el destino de dicha riqueza social, así como también de la sostenibilidad de dicho desvío, cuestiones que exceden a los objetivos del presente trabajo, más allá de que las tendremos en cuenta en algunos momentos puntuales del siguiente apartado.
[9] En términos de evolución (y no de magnitud), la productividad argentina no resulta marcadamente diferente a la estadounidense, a excepción del “salto” de la brecha relativa ocurrido a partir de las transformaciones que tuvieron lugar bajo la NDTI, principalmente en la década de 1980. En este sentido, la referida omisión de la productividad en nuestro cómputo no implicaría a los fines propuestos una distorsión de importancia. En cualquier caso, la serie presentada en el texto constituye una estimación “de máxima” de la evolución del carácter de valor del producto social argentino, esperando en futuros trabajos incorporar el efecto de la productividad.
[10] Cfr. Johnson, S. (31 de mayo de 2016) “Sin el maquillaje K, los argentinos hoy son más pobres que en 1998”. El Cronista. Recuperado de: http://www.cronista.com/financialtimes/Sin-el-maquillaje-K-los-argentinos-hoy-son-mas-pobres-que-en-1998-20160531-0020.html.
[11] En esta sección utilizamos en el análisis únicamente la serie del producto a precios constantes empalmada mediante el método de la deflación, ya que, si bien sujeto a futuras discusiones, se considera la más relevante a la hora de observar la evolución histórica.
[12] A los fines de evitar equívocos, resulta aquí extremadamente importante enfatizar que en lo que sigue procuraremos poner de manifiesto cómo la evolución del producto social argentino expresa algunos de los pilares fundamentales de la acumulación de capital en nuestro país, pilares que presentamos, por razones de espacio, con un carácter absolutamente general. En igual sentido, no pretendemos sostener que la complejidad de la acumulación de capital en nuestro país se explica unilateralmente a partir de los mismos. El enfoque tiene sus bases en los desarrollos de Iñigo Carrera (2007b).
[13] Es decir, de manera adicional a la plusvalía extraída a los propios asalariados, la cual constituye la principal fuente de valorización de estos capitales, pero que es insuficiente para su reproducción normal dada la menor productividad relativa.
[14] Entre aquellos que operan antes de que la renta sea alcanzada por los terratenientes se encuentran los impuestos sobre las exportaciones agrarias, la sobrevaluación de la moneda nacional, la regulación directa de los precios internos de las mercancías agrarias, la circulación interna de los medios de producción no agrarios utilizados por el capital agrario por encima de su precio de producción, mientras que entre aquellos que actúan con posterioridad a dicho momento, es posible identificar los impuestos directos sobre la renta de la tierra y su colocación en el sistema financiero a tasas de interés reales negativas.
[15] En este sentido, y desde un punto de vista diferente al aquí sostenido, en Cimilo et al. (1973) puede encontrarse un minucioso análisis de las fuentes de valorización del capital extranjero.
[16] Queda aquí pendiente la identificación más precisa del vínculo entre endeudamiento y sobrevaluación sostenida de la moneda nacional, como situación diferente a la sobrevaluación como mecanismo de apropiación de la renta de la tierra (en tanto en este caso la sobrevaluación se va generando en la propia dinámica de la acumulación).
[17] Una discusión sobre la pertinencia y relevancia (particularmente para los países latinoamericanos) de la consideración de los ingresos laborales en lugar de la comúnmente analizada CGI (esto es, masa salarial, ingreso bruto mixto y excedente bruto de explotación), puede encontrarse en Abeles, Amarante y Vega (2014).
[18] Un análisis detallado de dichos vaivenes puede encontrarse en Lindenboim et al. (2010).
[19] Se trata, en rigor, de la “plusvalía neta de gastos de circulación”, toda vez que la masa de ingresos laborales incluye la parte de la plusvalía destinada al sostenimiento del trabajo improductivo. Para un mayor detalle, ver Kennedy (2012).
[20] En Schorr y Wainer (2014), puede encontrarse un detallado análisis de la evolución del Balance de Pagos durante la postconvertibilidad.
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