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Maduración y ocaso del desarrollismo argentino: tasa general de ganancia y dinámica de acumulación del capital (1966-1975)

Maturation and downfall of the argentine developmentalism: general rate of profit and dynamics of capital acumulation (1966-1975)

Maturação e declínio do desenvolvimentismo argentino: taxa geral de lucro e dinâmica da acumulação de capital (1966-1975)

Gonzalo Azuaga
Universidad Nacional de Río Negro. Río Negro, Argentina, Argentina
Mariano Gonzalo Lanza
Universidad Nacional de Río Negro. Instituto de Estudios en Ciencia, Tecnología, Cultura y Desarrollo. Río Negro, Argentina, Argentina

Maduración y ocaso del desarrollismo argentino: tasa general de ganancia y dinámica de acumulación del capital (1966-1975)

Cuadernos de Economía Crítica, vol. 7, núm. 13, pp. 125-149, 2021

Sociedad de Economía Crítica

Recepción: 23 Diciembre 2019

Aprobación: 26 Agosto 2020

Resumen: En el presente trabajo se propone analizar la dinámica de acumulación del capital en la Argentina durante la segunda etapa del desarrollismo argentino (1966-1975) sobre la base de la evolución de la tasa general de ganancia (TGG), entendiendo que la misma es un elemento de suma relevancia para comprender, tanto la dinámica de acumulación del capital, como las tensiones y contradicciones del proceso social históricamente determinado.

Palabras clave: tasa general de ganancia, desarrollismo, dinámica de acumulación de capital, economía argentina, marxismo, tasa general de ganancia, desarrollismo, dinámica de acumulación de capital, economía argentina, marxismo.

Resumen: En el presente trabajo se propone analizar la dinámica de acumulación del capital en la Argentina durante la segunda etapa del desarrollismo argentino (1966-1975) sobre la base de la evolución de la tasa general de ganancia (TGG), entendiendo que la misma es un elemento de suma relevancia para comprender, tanto la dinámica de acumulación del capital, como las tensiones y contradicciones del proceso social históricamente determinado.

Palabras clave: tasa general de ganancia, desarrollismo, dinámica de acumulación de capital, economía argentina, marxismo, tasa general de ganancia, desarrollismo, dinámica de acumulación de capital, economía argentina, marxismo.

Abstract: In this paper it is proposed to analyze the dynamics of capital accumulation in Argentina during the second stage of developmentalism (1966-1975) based on the evolution of the general rate of profit (TGG). Understood that it is an element of great relevance to understand, both the dynamics of capital accumulation, and the tensions an contradictions of the historically determined social process.

Keywords: general rate of profit, developmentalism, dynamics of capital accumulation, Argentina’s economy, Marxism, general rate of profit, developmentalism, dynamics of capital accumulation, Argentina’s economy, Marxism.

Resumo: Neste artigo, propõe-se analisar a dinâmica da acumulação de capital na Argentina durante o segundo estágio do desenvolvimentismo argentino (1966-1975), com base na evolução da taxa geral de lucro (TGG), entendida como um elemento de grande relevância para entender, tanto a dinâmica da acumulação de capital quanto as tensões e contradições do processo social determinado historicamente.

Palavras-chave: taxa geral de lucro, desenvolvimentismo, dinâmica de acumulação de capital, economia argentina, marxismo, taxa geral de lucro, desenvolvimentismo, dinâmica de acumulação de capital, economia argentina, marxismo.

Abstract: In this paper it is proposed to analyze the dynamics of capital accumulation in Argentina during the second stage of developmentalism (1966-1975) based on the evolution of the general rate of profit (TGG). Understood that it is an element of great relevance to understand, both the dynamics of capital accumulation, and the tensions an contradictions of the historically determined social process.

Keywords: general rate of profit, developmentalism, dynamics of capital accumulation, Argentina’s economy, Marxism, general rate of profit, developmentalism, dynamics of capital accumulation, Argentina’s economy, Marxism.

Resumo: Neste artigo, propõe-se analisar a dinâmica da acumulação de capital na Argentina durante o segundo estágio do desenvolvimentismo argentino (1966-1975), com base na evolução da taxa geral de lucro (TGG), entendida como um elemento de grande relevância para entender, tanto a dinâmica da acumulação de capital quanto as tensões e contradições do processo social determinado historicamente.

Palavras-chave: taxa geral de lucro, desenvolvimentismo, dinâmica de acumulação de capital, economia argentina, marxismo, taxa geral de lucro, desenvolvimentismo, dinâmica de acumulação de capital, economia argentina, marxismo.

Introducción

En el presente trabajo se propone analizar la dinámica de acumulación del capital en la Argentina durante la segunda etapa del desarrollismo sobre la base del análisis de la evolución de la tasa general de ganancia (TGG) para el período 1966-1975. El objetivo principal es identificar las características del patrón de acumulación y sus trayectorias[1].

Para ello, se partirá desde el marco teórico surgido a partir de la crítica de Marx a la economía política clásica (Marx, 1975; 1981), en donde las condiciones de valorización del capital adquieren una fuerte centralidad a partir del análisis de la evolución de la TGG y su relación con la propia dinámica de acumulación del capital (Duménil y Lévy, 2007; Shaikh, 2006).

La TGG intenta medir en una economía la relación entre la masa total de beneficios y la totalidad del capital invertido. Debido a ciertas limitaciones de accesibilidad a datos por el sistema de cuentas nacionales, puede obtenerse una aproximación de ese concepto mediante el cociente entre la masa total de ganancias netas (G) y el stock de capital fijo (K), de manera que la TGG puede expresársela como:

TGG = G K [1]

La justificación de analizar el patrón de acumulación a partir del análisis de la TGG se debe a que existe un interés claro y objetivo de los capitales de controlar el propio proceso productivo, con la intención de no solo vigilar la generación de plusvalía sino también de garantizar su disposición. De esta forma, la rentabilidad del capital posee una importancia central para el sistema capitalista en su conjunto:

[…] la tasa de ganancia es el acicate de la producción capitalista […], su baja torna más lenta la formación de nuevos capitales autónomos, apareciendo así como una amenaza para el desarrollo del proceso capitalista de producción; promueve la sobreproducción, la especulación, las crisis y el capital superfluo […] (Marx, 1981: 310).

La importancia del análisis no radica en cuantificar la rentabilidad promedio del sistema, sino en analizar desde una mirada crítica su evolución para revelar las contradicciones encerradas en el propio modo de producción, y cómo estas contradicciones se transforman, tensionan o relajan según el desarrollo de las fuerzas productivas y las políticas aplicadas, dando lugar a una particular dinámica de acumulación del capital.

El período de análisis se circunscribe a nivel global en los límites del denominado patrón de acumulación de posguerra, el cual empieza a manifestar su agotamiento hacia fines de la década de 1960, a través del estancamiento de los niveles de productividad de las principales economías centrales que atentaba contra el pacto de la socialdemocracia en un contexto de ralentización económica y de caída en la rentabilidad del capital, y en donde la hegemonía productiva de EEUU empieza a manifestar ciertas limitaciones (Arceo, 2011; Bernner, 2009; De Bernis, 1988; Duménil y Lévy, 2007; Mandel, 1979).

1. Metodología y estimación de la tasa general de ganancia (1966-1975)

Para el período bajo estudio existen estimaciones de la TGG por parte de Iñigo Carrera (2007), Michelena (2009) y Maito (2015), pero los análisis difieren del que se pretende desarrollar aquí. El primero posee como eje central analizar los mecanismos de apropiación de renta de la sociedad argentina en el largo plazo. El segundo difiere principalmente sobre la forma de cálculo de la TGG (sobre la base de series a precios constantes en vez de precios corrientes).[2]Maito (2015), si bien realiza un análisis más de largo plazo para la economía argentina (1910-2011) y no entra en detalles específicos de cada período histórico, se destaca que realiza estimaciones de la TGG sobre series valuadas a precios corrientes, las cuales arrojan resultados similares a los obtenidos en el presente trabajo, sobre todo en su dinámica, puntos de inflexión, máximos y mínimos.

Para estimar la TGG se utilizó la metodología propuesta por Lanza y Aristimuño (2012) y Lanza (2016), que es similar a la utilizada por Duménil y Lévy (2007), Glyn, Hughes, Lipietz y Singh (1990), Maito (2015), Manzanelli (2010) y Michelena (2009) entre otros[3], en donde la misma se expresa como la relación (1) antes expuesta.

Al multiplicar y dividir por el ingreso neto (YN) el miembro derecho de (1), se llega a

T T T = Y N K G YN (2)

De manera que la TGG queda expresada en término de sus determinantes estructurales: la relación producto neto-capital (YN/K) y la cuota de ganancia (G/YN).

La relación YN/K muestra una relación, medido a través de magnitudes monetarias, entre el trabajo vivo (YN) y el trabajo pretérito incorporado en el capital fijo (K). La misma es expresión del desarrollo de las fuerzas productivas en el largo plazo, asimilable, en el plano de los valores, a la relación [(V+P)/C][4]. Es un indicador relevante de la evolución del grado de intensidad del capital (Shaikh, 1996) y en economías como la Argentina muestra estar marcadamente influenciada también por alteraciones en los precios relativos, en tanto la relación se mida a valores corrientes (Lanza, 2016).

Al descomponer la cuota de ganancia (G/YN) en sus propios determinantes, se llega a

G YN = { 1 - [ w YN L ] }

Al sustituir (3) en (2), la TGG en su forma desplegada puede expresársela mediante:

TGG = YN K { 1- [ w YN L ] } (4)

Donde:

YN= Ingreso o producto neto.

w = costo salarial anual por ocupado

L = ocupados

De manera que la tasa general de ganancia (TGG) depende positivamente de la relación producto neto-capital (YN/K) y de la productividad laboral (YN/L) e inversamente del costo salarial anual (w).

En base a las fuentes y los mecanismos explicitados se procedió a estimar en Argentina la TGG para el período 1964-1975. Dado que lo relevante no es el nivel sino la evolución de ésta, se elaboró un índice con base 1964=100, el cual se expone en el siguiente gráfico.

TGG (índice 1968=100)
Gráfico 1.
TGG (índice 1968=100)
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).

De las estimaciones puede verse que desde el año 1966 la rentabilidad general del capital muestra una tendencia creciente hasta el año 1972/3, para posteriormente caer abruptamente en los años 1974/5. Estos movimientos son coincidentes con algunas características de los patrones de acumulación. Así, se observa cierta tendencia creciente de valorización del capital durante la triada dictatorial Onganía-Levingston-Lanusse (1966-1973), mientras que la vuelta del peronismo se asocia con una mayor tensión en las condiciones de valorización del capital y con el posterior derrumbe de la TGG (1974-1975).

2. La dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse (1966-1973)

Hacia el año 1966 se produce el golpe de Estado al gobierno de Arturo Illia, en tanto sus políticas de industrialización, con cierta pauta distributiva y sin cambios en las relaciones sociales estructurantes de capital, chocaron con los propios intereses del capital. Tras el golpe de Estado asumió como presidente de facto Juan Carlos Onganía, quien buscó imponer por la fuerza un patrón de acumulación liderado por el capital industrial extranjero, subordinando a los sectores populares en general y los obreros industriales en particular, aunque con algún grado de poder de veto por parte de la burguesía agropecuaria pampeana. Se trató de dar un nuevo impulso a la industrialización, pero evitando el retorno de cualquier intento redistribucionista (Basualdo, 2006).

La política económica implementada durante este gobierno fue materializada por Krieger Vasena, cuyo plan denominado como nueva ortodoxia se diferenciaba de las políticas ortodoxas del FMI aplicadas en etapas anteriores, que sostenían al exceso de demanda como el principal factor generador de crisis, y buscaba compatibilizar los intereses de las fracciones que integraban el bloque social dominante (Basualdo, 2006). Asimismo, en dicho período los partidos políticos y los sindicatos, cooptados por el poder económico y bajo la amenaza de las fuerzas militares, dejaron de funcionar como canales de expresión del conflicto social, de manera que la coerción, mediante el uso represivo del aparato del Estado, fue principalmente la forma de imponer el proyecto desarrollista de industrialización no redistributiva.

En cuanto a las medidas económicas, el plan de Krieger Vasena implementado en marzo de 1967 comenzó con una devaluación del 40% y se introdujeron retenciones a las exportaciones tradicionales, las cuales rondaban entre el 16% y 25%, a los efectos de mitigar el aumento de precios internos de los productos agropecuarios exportables. Se redujeron aranceles a las importaciones con la intención de aminorar el aumento de sus precios producto de la devaluación. Se aplicó por única vez un impuesto a la tenencia de moneda extranjera, igual a $80 por dólar, con la intención de evitar una ganancia de capital producto de la devaluación (De Pablo, 1972).

Dadas las políticas aplicadas en forma paralela a la devaluación, se produjo un sistema de tipos de cambio diferenciados: alto para la exportación de productos manufacturados, de bienes de consumo final y transacciones financieras, y relativamente bajo para la exportación de productos agropecuarios e importación de materias primas. El efecto esperado consistía en lograr un ingreso de capitales de corto plazo, dada la estabilidad macroeconómica lograda en conjunción con una recuperación de la confianza en la moneda local, y un mayor dinamismo de las exportaciones industriales. De forma complementaria, se incrementaron los salarios para luego congelarlos y evitar un brote inflacionario. Según Brodersohn (1969), en promedio los salarios se incrementaron en un 18% para luego congelarlos hasta el 31 de diciembre de 1968.

En términos monetarios, existió una expansión de la oferta monetaria, explicada, en primera medida, por la llegada de capitales extranjeros, dada la alta tasa de interés local, y en segunda medida, por la reducción de encajes bancarios que fomentó un mayor crédito interno. Dicha expansión tenía como fin, al igual que las otras políticas implementadas en forma conjunta, tratar de evitar el carácter recesivo de las devaluaciones.

En términos fiscales, se aplicó un aumento de impuestos y de cargas sociales que, junto a las retenciones aplicadas a las exportaciones agropecuarias, incrementaron los ingresos públicos, en un contexto de reducción del déficit fiscal, donde existió un reordenamiento de las empresas públicas y un mejoramiento de su operatoria. Se registró un cambio en la composición del gasto público, tomando mayor relevancia las partidas de gastos de capital asociadas, principalmente, a inversión pública en infraestructura, dando comienzo a la “patria contratista”. A su vez, existió por parte del Estado un estímulo a la construcción de viviendas dirigido a sectores de medios y altos ingresos, generando un rápido crecimiento de la construcción privada (Basualdo, 2006; Braun, 1970; Brodersohn, 1974; Ferrer, 2007, entre otros)[5]

Evolución de la TGG (1966-1973)- Índice 1964=100
Gráfico 2.1.
Evolución de la TGG (1966-1973)- Índice 1964=100
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).

Como primera característica de la evolución de la TGG para el período, se aprecia una tendencia creciente en la rentabilidad del capital (gráfico 2.1), al tiempo que el gráfico de los determinantes estructurales de la TGG permite evidenciar que su crecimiento obedece principalmente al comportamiento YN/K, mientras que la cuota de beneficios (G/YN) muestra una mayor estabilidad (Grafico 2.2).[6]

Determinantes estructurales de la TGG (1966-1973)
Gráfico 2.2.
Determinantes estructurales de la TGG (1966-1973)
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).

Un aspecto a destacar es el efecto que produjo la devaluación de 1967, ya que no generó una caída en la TGG, conforme cabría esperar por el fuerte efecto que produce sobre la relación YN/K la desvalorización del trabajo interno en términos de trabajo internacional en economías subdesarrolladas, en donde una proporción importante de los bienes de capital son de origen importado (Lanza, 2016; Lanza y Aristimuño, 2012). Ello fue posible debido a que, junto con la devaluación, se redujeron los aranceles a las importaciones de bienes de inversión, por tal, la desvalorización del trabajo interno en términos del stock de capital, que posee alta participación de bienes importados, fue compensada. Tal es así que el comportamiento sobre los precios de la inversión bruta fija fue del 28,2%, similar a la evolución de precios del producto bruto interno (27,86%)[7], pero muy por debajo del encarecimiento de las importaciones y las exportaciones en general, que crecieron al 57,3% y 50,77% anual respectivamente. Este aspecto produjo que la relación YN/K se mantenga prácticamente sin alteración respecto al año anterior (Grafico 2.2).

Por otra parte, la menor tensión de la devaluación sobre la rentabilidad general, vía YN/K, permitió generar mecanismos de compensación a los trabajadores sin que ello dañe fuertemente los intereses del capital en general, evitando cambios sobre el otro determinante estructural de la TGG, es decir, la cuota de ganancia.

En este sentido, dos aspectos particulares resultan claves de esta devaluación: la devaluación compensada cambió la relación de competencia entre capitales (internos/externos), pero no actuó sobre la rentabilidad general al no haber generado cambios, tanto en la composición del capital, como en el grado de explotación de la fuerza de trabajo. Así, al no haber generado el mecanismo típico de la fuerte redistribución de la renta en detrimento de los sectores populares y asalariados, se garantizaron las condiciones de realización del capital para los sectores que producen para el espacio de valor interno, y así pudieron evitarse los efectos recesivos de la devaluación.[8]

De este modo, durante el año 1967, el crecimiento del producto se elevó al 2,65%, impulsado por una mejora en la inversión (4,98%) y por un incremento del consumo real del 2,22% anual, explicado este último por el carácter compensatorio de la devaluación. Asimismo, se destaca que, contrariamente a lo que venía sucediendo en los últimos años, las exportaciones presentaron cierto retroceso. Durante 1967 y 1968, las mismas cayeron respecto a años inmediatamente anteriores un 1,19% y 1,36%, respectivamente.

Por otro lado, un aspecto importante en términos de la dinámica stop and go[9] es que las importaciones crecieron a tasas similares al crecimiento del producto. El crecimiento anual acumulado del producto para el período 1967-1968 fue del 3,47%, mientras que para las importaciones fue de 3,24%.

Los años siguientes estuvieron caracterizados por un vigoroso crecimiento y dinamismo económico. El producto creció durante 7 años a una tasa anual acumulada del 4,3% para el período 1967-1973 y la reproducción ampliada se mantuvo ascendente, en tanto la participación porcentual de la inversión respecto al PBI pasó de valores promedios del 18,83% para los años 1964-1966 a 21,7% para el período 1967-1973.

En términos sectoriales, la industria fue la responsable de liderar el crecimiento económico durante la segunda etapa del desarrollismo argentino. Se observa que los sectores más dinámicos fueron aquellos con mayor concentración de inversiones extranjeras directas durante la presidencia de Arturo Frondizi. Entre ellos se destacan la producción química y petroquímica, material de transporte, metalúrgica y maquinaria eléctrica y no eléctrica.

El mencionado dinamismo sectorial se observa al comparar la evolución del valor agregado industrial por ramas entre 1963 y 1973 (Kulfas y Salles, 2018). Mientras que la industria en su conjunto presentó un crecimiento anual acumulativo del orden del 2,3%, los productos químicos lo hicieron al 3,1%, el caucho y el plástico al 3,8% y la refinación de petróleo al 4,1%. Productos metales que incluye siderurgia creció al 8% anual, maquinaria y equipo y aparatos de radio y televisión al 3,5% y 5,5% respectivamente, mientras que vehículos automotores lo hizo al 3,6%.

La realización de las mercancías industriales no solo fue interna, sino que durante este período adquirieron gran relevancia las exportaciones industriales, a punto tal de ser las más dinámicas. Para el período 1966-1973 las exportaciones industriales medidas en dólares corrientes[10] crecieron a una tasa anual acumulativa del orden del 30%[11], mientras que las agropecuarias lo hicieron al 8% y las totales al 11%. Dicho dinamismo provocó que la participación de las exportaciones industriales, en promedio, pasen de representar el 5% de las ventas externas totales durante el periodo 1961-1963 a ser el 15% en el período 1966-1973.

Las exportaciones industriales estuvieron mayoritariamente concentradas en los sectores dinámicos mencionados anteriormente. Las ventas externas de metales no ferrosos presentaron un crecimiento anual acumulado durante el período 1966-1973 del 61%, mientras que hierro y acero (metales comunes) lo hizo al 42%, maquinarias y aparatos eléctricos al 35%, y material de transporte al 74% (CEPAL, 1986; Ferreres, 2010)[12].

Por otro lado, si bien las importaciones presentaron un dinamismo mayor a las exportaciones durante el período 1967-1973, 4.68% contra 3,48% anual acumulado, el grado de sensibilidad de las mismas respecto a la variación del producto cayó a comparación de períodos anteriores de industrialización. De manera que se elevó la tasa de crecimiento del producto consistente con el equilibrio en la balanza comercial Thirlwall (2003).

El dinamismo económico, al estar sostenido sobre la base de una mayor acumulación del capital e intensificación del proceso industrial, produjo una mejora considerable en la productividad laboral del conjunto de la economía, dando lugar al efecto Verdoorm, el cual establece la existencia de una relación de causalidad positiva entre el crecimiento del producto manufacturero y el crecimiento de la productividad laboral (Verdoorn, 1949).

Esta mayor productividad laboral para el período 1967-1971 tuvo comportamientos diferenciados. Luego de la devaluación compensada de 1967, a través de un gobierno fuertemente represivo, los incrementos de productividad de los dos años siguientes (1968-1969) fueron repartidos en una mayor proporción al capital, produciéndose un incremento de la tasa de explotación de la fuerza de trabajo (gráfico 2.3)[13].

En este contexto, ante la imposibilidad de una discusión política dada la dictadura militar, y la cooptación de una parte importante de las cúpulas sindicales, sectores obreros y populares no subsumidos a la lógica del capital se volcaron hacia expresiones más violentas y armadas, plasmando reivindicaciones que no sólo reclamaban el respeto del pacto socialdemócrata del período de posguerra y que el salario real acompañe los incrementos de productividad (Arceo, 2011), sino que empezó a calar con mayor profundidad la idea de una nación socialista y la necesidad del control obrero sobre el proceso productivo.

Tasa de explotación (G/W): 1966-1973
Gráfico 2.3
Tasa de explotación (G/W): 1966-1973
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).

El Cordobazo, en el año 1969, fue un elemento bisagra a la viabilidad fáctica de la configuración económica y social impuesta por el capital industrial concentrado bajo el llamado modelo desarrollista no distribucionista. Luego del mismo, la posición de Juan Carlos Onganía quedó muy debilitada y cuestionada, procurándose diferentes alternativas a la crisis social que se atravesó.

En un primer momento, tal como fue resaltado, se fue mostrando una mayor participación de los asalariados en el ingreso neto, en donde pueden verse mejoras relativas del salario real medio (cuadro 2.1), al tiempo que la tasa de explotación se reduce para los años posteriores al Cordobazo 1970-1971 y hasta la devaluación del año 1972 (gráfico 2.3).

Ante el debilitamiento de Juan Carlos Onganía y ya bajo el gobierno de facto de Roberto Levingston (18 de junio de 1970-22 de marzo de 1971), se produjo un intento de reversión sobre el dominio del capital extranjero mediante un “programa de desarrollo y de argentinización de la economía nacional” (Ferrer, 2007: 249).[14]

Cuadro 2.1.
Evolución de variables reales y empleo (1966-1973)
Cuadro 2.1.Evolución de variables reales y empleo (1966-1973)
AñoSalario Real (Wr)Empleo (L)Ingreso Neto real (YNr)Productividad laboral (YNr/L)
Importe (*)Variación %LVariación %Importe (**)Variación %Importe (**)Variación %
19665.690-8.929.251-108.090-12.105-
19675.7611,24%9.158.9492,57%110.7953%12.097-0,07%
19685.8080,82%9.273.0601,25%115.7044%12.4773,15%
19696.0964,96%9.588.0283,40%126.1559%13.1585,45%
19706.5086,75%9.775.8281,96%133.4396%13.6503,74%
19716.7183,22%9.979.0702,08%139.6175%13.9912,50%
19726.148-8,48%10.150.1791,71%143.2873%14.1170,90%
19736.89312,12%10.349.1071,96%151.5196%14.6413,71%
(*) En pesos de 1993
(**) En millones de pesos de 1993
L= cantidad de personas
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).(*) En pesos de 1993(**) En millones de pesos de 1993L= cantidad de personas

La nueva gestión económica encabezada por Aldo Ferrer arribaba en un contexto de ralentización de la actividad económica, de aparición de restricciones externas y de rebrotes inflacionarios producto, principalmente, de aumentos en las reivindicaciones salariales dado el contexto de agitación social que se estaba viviendo.

La política de inversiones públicas ideada por Aldo Ferrer tenía como intención mejorar la infraestructura local y lograr un efecto dinámico por sobre la demanda global para reactivar así la economía interna. En este sentido, se pusieron en marcha grandes proyectos con participación de capitales nacionales (Aluar), se aceleró el proyecto hidroeléctrico del Río Uruguay Salto Grande, se emprendió Zárate-Brazo Largo y se procuró darle mayor protagonismo a la empresa YPF en los procesos de exploración, producción y comercialización de petróleo. Se estableció la Ley de Compre Nacional y se generaron nuevos marcos normativos sobre el capital extranjero. La Ley 18.587 del año 1970 estableció restricciones al uso de la promoción industrial por parte del capital extranjero. Mediante la Ley 19.151 del año 1971 se impusieron límites al acceso al crédito bancario interno por parte del capital extranjero, se estableció la nominatividad de las acciones y se impusieron cuotas mínimas del 85% para el personal local para cubrir los cargos de personal técnico y profesional (Basualdo, 2006: 62).

En materia de dinámica de acumulación, se buscó fortalecer el mercado interno, dándole dinamismo a partir de la inversión pública y una mejora en los salarios reabriendo paritarias. En el frente externo, se procuró profundizar la performance exportadora a partir de mayores subsidios y la financiación de las exportaciones a través del Banco Nación y se estableció un control interno sobre el consumo de la carne vacuna para garantizar los saldos exportables. Para controlar las importaciones en un contexto de expansión del consumo y de la inversión pública, se procuró adecuar la demanda con las capacidades productivas de la propia economía y se impusieron restricciones a la importación de bienes suntuarios.

En el plano del desarrollo industrial, se destaca la creación del Banco Nacional de Desarrollo, sobre la base del ex Banco de Crédito Industrial de la República Argentina creado en 1944, con una fuerte capacidad para financiar las industrias de base (Ferrer, 2007: 250–251), como también el fomento al desarrollo tecnológico propio, canalizado a través de empresas nacionales y siendo el Estado un actor clave en dicho proceso.

Las políticas mencionadas anteriormente traccionaron, vía mejora en las condiciones de realización, cierto dinamismo en la actividad económica, al tiempo que las condiciones de valorización del capital se mantuvieron ascendentes hasta el año 1972. Esto último fue producto, hacia el año 1971, de la mejora en el cociente YN/K y debido a que el incremento en el salario real no tensionó los intereses del capital en tanto existieron también incrementos de productividad.

Dicha dinámica fue alterada ante una nueva crisis en el sector externo. El año 1971 presenta una caída en las exportaciones totales del 9% y un crecimiento de las importaciones del orden del 11%, producto de un tipo de cambio que se fue apreciando conforme avanzó el proceso inflacionario, en donde la inflación en 1971 fue del 59%, medida por el IPC, y la variación del tipo de cambio nominal fue del 34,72%.[15]

Estos desajustes llevaron a una inercia inflacionaria que, bajo un conflicto con empresas transnacionales, devino también en tensiones políticas y presiones económicas que implicaron un recambio en la representación militar a partir de la asunción del gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse, el cual desarmó, en parte, el camino andado de “argentinización de la economía nacional” e intentó resolver el brote inflacionario mediante los mecanismos de ajuste tradicional: política restrictiva interna y contención del salario real.

En relación con la evolución de la TGG, puede notarse entonces que en 1972 la misma muestra cierto crecimiento, debido principalmente a la transferencia de recursos del trabajo al capital, en donde la aceleración del proceso inflacionario y una política más restrictiva hacia los trabajadores generó una caída del salario real del orden del 8,48% respecto el año anterior (cuadro 2.1), mientras que la pérdida de competitividad de dicho proceso inflacionario fue compensado con una devaluación nominal que mantuvo el tipo de cambio real cercano a los niveles de los años 1969-1970. Ello produjo que la relación YN/K no se vea fuertemente alterada, de manera que el salto en la rentabilidad del capital en dicho año fue generado únicamente por el mayor grado de explotación de la fuerza de trabajo (gráfico 2.3).

Al tiempo que las tensiones en la rentabilidad del capital se resolvían, vía mayor explotación laboral y sin mejoras en la productividad laboral, la opción de mantener la cohesión social mediante el aparato represivo del Estado luego del Cordobazo fue perdiendo terreno y avanzó la idea de la necesidad de la vía democrática para pacificar el país con un peronismo no proscripto, aunque inicialmente “sin Perón”.

3. La vuelta del peronismo y el posterior derrumbe de la TGG

Hacia el año 1973, elecciones mediante, volvió a asumir un gobierno peronista bajo un proyecto de desarrollo industrial y distribucionista, aunque mediado por un fuerte antagonismo social aun entre las expresiones del propio peronismo.

Las políticas llevadas a cabo representaron los intereses de la fracción del gran capital industrial concentrado, despertando una fuerte oposición por parte de otras fracciones del capital. Dentro de las fracciones de clase, se siguieron haciendo dominantes las posiciones de la burguesía nacional que ya venía presentando cierta acumulación del capital como proveedora, pero subalterna, de las empresas transnacionales, y que también estaba incursionando en la producción de commodities industriales de uso difundido, tal como ocurrió con el aluminio (ALUAR) (Peralta Ramos, 2007). Estas fracciones de capital fueron tomando protagonismo como dominantes dentro del aparato del Estado durante el llamado “programa de desarrollo y de argentinización de la economía nacional” del período 1970-1972, solo que ahora constituido sobre la base de una alianza de clases que le dio una impronta distribucionista.

Para ello, se estableció el Acta de Compromiso Nacional que fue firmada tanto por el Gobierno, como por representantes de organizaciones empresarias y la CGT, aunque esta última, bajo una fuerte crisis de representatividad.

En este marco, se propuso aumentar la participación de los salarios y se mejoró la posición de los trabajadores a partir de la modificación del régimen de contratos. Se incrementaron los salarios nominales, se implementaron controles de precios y creció considerablemente el empleo público. Pero todo ello bajo un fuerte control de las demandas populares en general y obreras en particular.

Como políticas generales, se volvió a implementar la nacionalización de los depósitos y se adoptó una nueva ley de inversión extranjera directa que dio un marco de regulación más estricto en cuanto a la creación de empresas, remisión de utilidades, balance de divisas, repatriación de capitales y sectores en los que puede actuar y manteniendo las reservas de los beneficios de la promoción industrial principalmente al capital nacional (Arceo y De Lucchi, 2012: 28). Se incrementó el impuesto a la tierra, se elevaron las retenciones a las exportaciones agropecuarias y se redujo el precio de la carne. También se mantuvo una política tendiente a favorecer al sector industrial, instrumentado mediante la Ley de promoción industrial y el establecimiento de tipos de cambio diferenciales, que actuaron como subsidios a las importaciones de insumos industriales para abaratar sus costos y morigerar el mayor precio del petróleo internacional.

Ahora bien, las políticas implementadas en materia redistribucionista mejoraron las condiciones de realización del capital a partir de la expansión del consumo, vía mejora en los salarios y por la expansión del gasto público, pero entraron en contradicción con las condiciones de valorización. De este modo, se observa una caída de la TGG a partir del año 1973 que desemboca en la crisis de 1975 con el Rodrigazo.

Al analizar los determinantes estructurales de la TGG, los datos evidencian que al no haber alterado fuertemente el tipo de cambio durante el período (1973-1974), la relación (YN/K) se mantuvo constante, mientras que las políticas redistribucionistas a favor de los trabajadores produjeron una caída de la cuota de ganancia (G/YN). La caída de la TGG para los años 1973-1974 obedece más al efecto del cambio distributivo que al cambio en la composición del valor del capital (gráfico 3.2).

Índice de evolución de la TGG (1972-1975)
Gráfico 3.1.
Índice de evolución de la TGG (1972-1975)
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).

El control de precios generó reticencias desde los sectores de capital y dio paso a desabastecimientos internos y la proliferación de un mercado negro para la venta de insumos. Ante esta situación, el Gobierno cedió a dichas presiones y flexibilizó los controles sobre los precios, pero lo hizo principalmente sobre las fracciones industriales de capital intensivo y no sobre el sector agropecuario e industrial tradicional, generando tensiones dentro de las propias fracciones del capital.

Es así como la inflación, luego de cierto freno en el año 1974 a partir de la aplicación del llamado Pacto Social y la muerte de Perón, volvió a acelerarse fuertemente en 1975. La política redistribucionista pronto tuvo su neutralización por parte del capital. Se apreció el tipo de cambio real y, aunado al deterioro de los términos de intercambio por la crisis del petróleo, se produjo un fuerte desequilibrio en la balanza de pagos.

Determinantes estructurales de la TGG (1972-1975)
Gráfico 3.2.
Determinantes estructurales de la TGG (1972-1975)
Fuente: elaboración propia en base a información del INDEC, Ministerio de Economía, Ferreres (2010); Graña y Kennedy (2008) y Maia y Nicholson (2001).

El saldo de la balanza comercial de bienes y servicios reales, que en 1973 y 1974 fue superavitario, pasó a ser deficitario en aproximadamente 860 millones de dólares y el déficit en la cuenta corriente total llegó a aproximadamente 1.284 millones de dólares corrientes. Situación que no fue compensada con ingreso de capitales por IED, habida cuenta la disputa que se presentó con el capital transnacional, y que condujo a una caída en las reservas internacionales del orden de 1.094 millones de dólares.

En dicho contexto, Celestino Rodrigo, mediante la aplicación de su plan económico de ajuste, abrió paso a lo que se denominó como el Rodrigazo. Se devaluó un 160% el tipo de cambio comercial y un 100% el tipo de cambio financiero, se incrementó un 180% el precio de los combustibles, se elevó un 100% los precios de los servicios públicos y el transporte y se intentó limitar la suba de los salarios a sólo un 40% aproximadamente.

Las consecuencias fueron un espiral ascendente de precios que terminó superando a la devaluación, la pérdida de referencia monetaria, el desabastecimiento de bienes y la paralización de la actividad económica y de la acumulación del capital. Se produjo una fuerte caída del salario real que devino en un gran descontento social y fuertes reclamos que, si bien a partir de los mismos se consiguieron recomposiciones para los trabajadores en su conjunto, el propio proceso inflacionario se ocupó de neutralizar. De manera que la política de Celestino Rodrigo marcó un punto de inflexión de la política redistributiva iniciada hacia 1973 con la llegada del peronismo.

Al analizar los determinantes estructurales de la TGG, puede apreciarse que la caída de la actividad económica, que en términos de ingreso neto fue de una magnitud muy elevada al caer un 9% respecto el nivel del año anterior, provocó el desplome de la relación YN/K, conforme sucede en situaciones de crisis, pasando el cociente de 0,6339 en 1974 a 0,4298 en 1975.

Por otro lado, la licuación del salario real no hizo mella en la restauración de la cuota de ganancia (G/YN), ya que ello se produjo dentro de lo que se denomina como una batalla de supervivencia (Grossmann, 1979), en donde en el marco de una brusca caída del ingreso neto producto de la crisis, se pone en juego una disputa entre el capital y el trabajo por el producto social. Por tal, aun cayendo el salario real, la situación de crisis y caída del producto produjo también una caída de la masa de ganancias en términos del ingreso neto (G/YN). De manera que hacia 1975 y como manifestación de la propia crisis económica se derrumbó la TGG, tanto por el efecto YN/K como G/YN.

A partir de allí, se produjo una feroz embestida del capital, a través del golpe militar y una dictadura con un claro intento de desarticular a los sectores populares y trabajadores en general en pos de imponer los intereses del capital, dando por sellado el tipo de economía mixta (Mattick, 1983) bajo la lógica del desarrollismo, y ahora sustentado sobre intereses meramente de clase (Harvey, 2013) bajo la lógica de la valorización financiera (Arceo, 2011; Basualdo, 2010; Duménil y Lévy, 2007).

4. Conclusiones

Este trabajo fue realizado con la intención de aportar al debate en torno a la evolución de la economía argentina durante la segunda etapa del desarrollismo, analizando si realmente se produjeron cambios estructurales que no solo permitieron trascender la restricción del ciclo stop and go, dando paso a un crecimiento ininterrumpido, al menos no tan restringido por el frente externo, sino que implicaban el tránsito hacia un nuevo estadio de desarrollo de las fuerzas productivas. En este sentido, la perspectiva empleada en la presente investigación, que analiza la relación de las condiciones generales y objetivas de valorización del capital con la dinámica de acumulación, resulta fundamental para comprender las tensiones y contradicciones que atañen a una dinámica de acumulación históricamente determinada.

Al observar la evolución de la TGG se reconocen dos períodos diferenciados (1967-1973; 1974-1975) que tienden a coincidir con procesos políticos e institucionales y configuraciones económicas que incidieron en un determinado sendero de evolución de la TGG, dando paso a una particular forma de acumulación del capital y dinámica económica en cada período, con sus tensiones y contradicciones.

El primer período, que comienza a partir del golpe militar y la asunción de Juan Carlos Onganía en 1966 y culmina con el retorno del peronismo en 1973, puede denominarse como de valorización creciente del capital, en donde se trató de dar un nuevo impulso a la industrialización liderado, hasta 1970, por el capital extranjero industrial y evitando el retorno de cualquier intento redistribucionista mediante la coerción del aparato represivo del Estado. La rentabilidad creciente del capital se debió al comportamiento YN/K, mientras que el comportamiento de la cuota de beneficios (G/YN) resultó más estable. Situación que estuvo en sintonía con un vigoroso crecimiento económico durante esos años, que estuvo en parte explicado por el diseño de la política económica implementada por Krieger Vasena.

Como elemento característico de dicho plan se destaca que la devaluación de 1967 no implicó una caída de la TGG como cabría de esperar por el efecto que produce sobre la relación YN/K. Esto fue posible debido a que en simultáneo se redujeron los aranceles a la importación de bienes de inversión, compensando la desvalorización del trabajo interno en términos de stock del capital, los cuales poseen una importante participación de bienes importados. La menor tensión de la devaluación sobre la rentabilidad general, vía YN/K, permitió otorgar concesiones a los trabajadores sin afectar los intereses del capital, manteniendo estable la cuota de ganancia (G/YN). De este modo, los efectos compensatorios evitaron una fuerte redistribución de la renta en detrimento de la clase trabajadora garantizando las condiciones de realización del capital en el plano interno, logrando sortear los efectos recesivos de la devaluación.

Durante esos años se registró una considerable mejora en la productividad laboral del conjunto de la economía al incrementarse la acumulación del capital e intensificarse el proceso industrial. Dicha mejora fue mayormente apropiada por el capital luego de la devaluación de 1967, lo que provocó un incremento en la tasa de explotación de la fuerza de trabajo para luego verse reducida, producto de una mayor participación de los asalariados en el ingreso neto a raíz del Cordobazo en 1969, el cual actuó como bisagra marcando el inicio el fin del modelo desarrollista no distribucionista.

Los años posteriores al Cordobazo y previos al retorno del peronismo (1970, 1971 y 1972) fueron de gran convulsión social e inestabilidad política y estuvieron representados por intentos de argentinización y vueltas atrás, marcando el ocaso del desarrollismo no distributivo, aunque cabe aclarar que en dicho período siguió presentándose una tendencia creciente de la TGG. En un primer momento (1970-1971), esta tendencia fue sostenida debido a un mayor dinamismo económico, traccionado a partir de políticas de demanda expansivas que impactaron en una mejora de YN/K, al tiempo que el aumento en el salario real no tensionó los intereses del capital en tanto existieron también incrementos de productividad.

Pero dicha dinámica fue alterada ante una nueva crisis en el sector externo, que provocó el cambio de autoridades militares, las cuales volvieron a implementar las clásicas políticas de ajuste: restricción monetaria y contención del salario real. De modo que el incremento en la TGG durante 1972 estuvo principalmente explicado por una elevación de la cuota de ganancia (G/YN), es decir, mediante una mayor explotación de la fuerza de trabajo al mantenerse constante la relación YN/K.

El retorno del peronismo fue la manifestación de la búsqueda de pacificación social a través de un proyecto de desarrollo industrial distribucionista. Las políticas aplicadas mejoraron la distribución y las condiciones de realización del capital en el plano interno, pero, en tanto no se modificaron relaciones estructurantes básicas de la lógica del capital, las mismas entraron en contradicción con las condiciones de valorización. Se observó entonces una caída de la TGG para los años 1973-1974. Esta situación luego se agravó con la crisis externa, que después de la muerte de Perón, se intentó solucionar dando un golpe de timón mediante un ajuste ortodoxo, que desembocó en una crisis económica y el derrumbe de la TGG.

De la totalidad del período analizado se destaca que en sintonía con Basualdo (2006), Brodersohn (1974), Fiszbein (2015), Gerchunoff y Llach (1975), Heyman (1980)Katz y Kosacoff (1989) y Müller (1990), hubo mejoras en términos de productividad, consolidación de los sectores industriales y cierto relajo de la restricción externa que dan cuanta de mejoras en términos de la dinámica del stop and go. Pero, por otro lado, la base de las relaciones sociales sobre las que se sustenta la valorización del capital mostró límites y contradicciones del propio proceso desarrollista según la forma en que haya sido implementado.

El modelo desarrollista no distributivo manifestó su límite sobre la pauta distributiva, en donde el Cordobazo fue claramente su expresión política. El modelo desarrollista distributivo, si bien mejoró las condiciones de realización, mostró su carácter contradictorio en las condiciones de valorización del capital (1973-1974), situación que luego se vio agravada por la crisis externa y ajustes ortodoxos que desembocaron en una fuerte crisis económica y social que terminó derrumbando la TGG hacia el año 1975.

Crisis que el capital intentó resolver mediante una feroz embestida a partir del golpe militar perpetuado en marzo de 1976 y la utilización del aparato represivo del Estado para la desarticulación de la clase trabajadora, mediante la desaparición forzada de trabajadores y militantes sociales, dando por finalizado el modelo desarrollista de economía mixta, ya sea distribucionista o no distribucionista.

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Notas

[1] Entendemos al desarrollismo a partir de los postulados esbozados por Rogelio Julio Frigerio, quien definió al subdesarrollo como “una condición estructural, común a todos los países de producción primaria y que se expresa en el estrangulamiento externo de la economía” (Frigerio, 1983: 23). Y que proponía superarlo a partir de un mayor desarrollo industrial e integrado, alentando las industrias pesadas (siderurgia, química, petroquímica y maquinarias) y explotando al máximo los recursos naturales, tanto energéticos, como de combustibles sólidos y mineros, reorganizando y tecnificando la producción primaria, y profundizando el desarrollo de las comunicaciones y de la infraestructura.
[2] Sobre la discusión del cálculo de la TGG sobre la base de series valuadas a precios constantes y corrientes puede verse Lanza y Aristimuño (2012), y Lanza (2016).
[3] Las principales diferencias con algunos de estos autores se deben a si las estimaciones se realizan sobre la base de series valuadas a precios corrientes o a precios constantes.
[4] C= capital constante adelantado; V= capital variable y P= plusvalía.
[5] Entre las obras más importantes se destacan: la Central Hidroeléctrica del Chocón-Cerros Colorados, el proyecto para la construcción de la Central Nuclear de Atucha, la Represa de Salto Grande y la de Futaleufú, entre otras (Basualdo, 2006: 59).
[6] Salvo el pico del año 1972, tema que se abordará más adelante.
[7] Medido según índice de precios implícitos de Ferreres (2010).
[8] Esto muestra que las condiciones iniciales de la existencia de aranceles a las importaciones de bienes de capital son las que permitieron generar las condiciones sociales para que la devaluación compensada no afecte la rentabilidad media del capital y tampoco sea recesiva.
[9] El ciclo stop and go es característico del proceso sustitutivo de importaciones, donde el crecimiento económico es acompañado por incrementos en la demanda de importaciones (combustibles, bienes intermedios y de capital principalmente) que la misma dinámica de acumulación del capital genera en su expansión de capacidades productivas. Pero la evolución de las exportaciones no acompaña dicha demanda de divisas incrementadas, produciéndose recurrentes estrangulamientos externos, e imponiéndose una salida contractiva y devaluacionista (Braun, 1970; Braun y Joy, 1968; Canitrot, 1975; Díaz-Alejandro, 1969; Eshag y Thorp, 1969; Ferrer, 1969; Porto, 1975; Villanueva, 1964; 1972).
[10] Los datos de exportaciones fueron extraídos de CEPAL (1986) y Ferreres (2010).
[11] Si se excluyen los sectores de alimentos y combustibles el crecimiento es aún mayor, del 34%.
[12] Los datos se encuentran referidos en millones de dólares corrientes.
[13] Definida esta última como el cociente entre la masa total de ganancias y la masa salarial (G/W).
[14] El retorno hacia un intento de mayor nacionalización de la economía estuvo influenciado, en cierta medida, por las tensiones que se venían incrementando en el frente externo desde mediados de la década del ‘60. El componente de servicios financieros (rentas) del balance de pagos fue acrecentándose a punto tal de ser el componente más dinámico de la Cuenta Corriente durante esos años. Explicado, en primera medida, por un incremento de las remisiones de utilidades de las filiales extranjeras (radicadas durante la gestión de Frondizi) hacia sus casas matrices, y luego, al implementarse una restricción hacia la salida de utilidades en 1971, el componente de servicios financieros continuó elevándose producto del aumento de pago de intereses. Esto se debió a que se permitía a las empresas extranjeras comprar títulos públicos en dólares, y a que gran parte de las inversiones extranjeras se realizaba a partir de préstamos de las casas matrices hacia sus filiales (como se cita en Wainer, 2017; Azpiazu y Kosacoff, 1986)
[15] Según dato de Ferreres (2010).
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